Según los últimos datos recopilados por el Ejecutivo regional y a los que ha tenido acceso 20MINUTOS, 2018 dio un respiro a la contaminación del aire. Desde 2010, es obligatorio cumplir con los valores límite fijados por la Unión Europea so pena de multimillonaria multa. Y, aunque la boina está lejos de diluirse, con cifras cerradas a 26 de diciembre, la Consejería de Medio Ambiente solo detectó en todo el año pasado un punto negro: Coslada, una burbuja cartográfica subsumida en los contornos de la capital que elabora su propio protocolo para estas emisiones.
El medidor instalado junto al polideportivo Valleaguado de este municipio alcanzó los 41 microgramos de NO2 por metro cúbico de media anual, un punto por encima de la frontera numérica a partir de la que la legislación ve un problema de salud. Para el Ejecutivo, esta diferencia con el tope máximo se puede atribuir a cuestiones técnicas, al ser «inferior al valor de incertidumbre» metodológico. En 2017, fue de siete puntos más.