Así es el estreno del IES Manuel de Falla de Coslada en el proyecto ‘CanSat’ de la Agencia Espacial Europea.
Alumnos y alumnas del IES Manuel de Falla participan por primera vez en el proyecto CanSat: tu satélite en órbita organizado por ESERO, la división educativa de la propia Agencia, en colaboración con la Comunidad de Madrid.
El proyecto consiste en la creación de un satélite de pequeñas dimensiones, literalmente del tamaño de una lata de refresco, en el centro educativo y su posterior lanzamiento desde el aeródromo de Brunete este mismo martes, 16 de abril. Dicho lanzamiento será realizado mediante un cohete que alcanzará los 1.000 metros de altitud.
El trabajo comenzó en el instituto cosladeño el pasado mes de noviembre, con una formación que precedió a las primeras sesiones de trabajo en el aula. Las 25 personas participantes en el IES Manuel de Falla, de primero de Bachillerato principalmente, lo han hecho de manera voluntaria y se han organizado en seis grupos. Cada grupo ha preparado su particular satélite, que incluye carcasa, paracaídas, sensores, módulo de radio y antena receptora, entre otros componentes.
Proyecto transversal
En todo momento el proceso ha sido coordinado por el profesorado del departamento de Física y Química del centro, que también recibió una formación previa básica por parte de la ESA.
“Al ser un Centro STEM, que impulsa especialmente las disciplinas de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, tenemos que plantear un proyecto desde el comienzo del curso. En esta iniciativa estamos los cuatro profesores de Física y Química y, además, colaboran los colegas de Tecnología”, comenta Alonso Andrés Sánchez, jefe del departamento y responsable del proyecto CanSat en el instituto cosladeño.
“Lo más interesante es que ellos y ellas vean que todo está conectado, que la Física y la Química puede tener conexiones con la Tecnología, Matemáticas, Arte, Inglés… al final es un proyecto transversal”, añade su compañera Pilar de Marcos.
La elaboración de los elementos de cada satélite ha tenido lugar en el aula, un espacio muy amplio con diferentes espacios de trabajo, incluido un taller repleto de herramientas de todo tipo y una impresora 3D con la que han fabricado las piezas necesarias. Allí, entre las mesas, se arremolinan los jóvenes, compartiendo ideas en un animado bullicio.
Implicación total
Aunque cada persona se ha encargado de un aspecto del proyecto en particular, al final el profesorado ha tratado de que todos y todas participaran en otras fases.
“Hemos intentando que cada alumno y alumna participe en cada parte del proyecto. La mayoría ha tratado de implicarse, aunque sea un poco, en cada una de las fases del proyecto», añade Alonso Andrés.
“Teníamos una guía por parte de la Agencia Espacial, pero al final ha sido más complicado, ha habido que hacer bastante investigación. Además, las medidas tienen que ser tan tan exactas que ha habido que repetir un par de veces», comenta Sergio, uno de los estudiantes de primero de Bachillerato, mientras muestra la antena diminuta incluida en el satélite. “Incluso hemos tenido que aprender programación, algo que no esperábamos, pero mola un montón; aprendemos cosas que normalmente no aprenderíamos”, apunta la alumna Alicia.
“Los sensores del interior, a medida que descienda el satélite, irán proporcionando datos de temperatura, altitud, etc. Gracias al módulo de radio, estos datos serán transmitidos a la antena receptora. Así, después podremos trabajar con esos datos aquí en clase», explica el profesor Alonso Andrés.
Encantados con el proyecto
“Como el satélite es tan pequeño y no podemos incluir cables, soldamos las conexiones. Trabajamos con una placa electrónica que se llama Arduino y esto nos permite compactarlo todo», señala Roberto, uno de los alumnos que ocupan la mesa de trabajo más concurrida.
A unos metros se encuentran Lidia y Adrián, los estudiantes más jóvenes, de tercer curso de Educación Secundaria Obligatoria, que se encargan de ultimar detalles con un ordenador portátil. «Yo he tenido que aprender programación desde 0, pero estamos encantados; teníamos muchas ganas”, explica ella.
Su profesora, Pilar de Marcos, sonríe y asiente porque en ese sentido también lo tiene muy claro: “estos chicos lo hacen porque quieren, lo están disfrutando. De todas formas les animamos un poco, les decimos que trataremos de subirles un poco la nota, porque es mucho trabajo y merecen una recompensa”.
Una vez finalizado el satélite, cada grupo ha tenido que entregar un informe y un vídeo sobre su proyecto. Estos han de ser correctos para optar al lanzamiento. En esta ocasión, de los seis grupos participantes, tres han sido seleccionados para participar en la fase final en el aeródromo de Brunete. Después de vivir una jornada digna de recordar, el alumnado tratará los datos recogidos por sus satélites y comenzará a pensar en la próxima edición.