viernes, 26 julio 2024
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El puente de Viveros, su Venta y ‘El Buscón’ de Quevedo

El puente de Viveros, históricamente ha estado muy unido a Coslada, y su ‘Venta’ tuvo cierta mala fama que acabó reflejada en la novela picaresca de Quevedo ‘El Buscón’.

De muy antigua, según nos cuenta María del Carmen Pescador del Hoyo en su obra El Puente de Viveros, Accesos de Madrid en el Siglo XVIII, parece que el acceso a la villa de Madrid por la carretera de Alcalá de Henares se encontraba frecuentemente amenazada por la poca seguridad que ofrecía el paso del Jarama por el puente de Viveros, llamado así por sus criaderos de peces.

En sus escabrosos alrededores solían merodear truhanes y ladrones. La Venta, que se encontraba a escasos 700 ó 800 metros del puente de Viveros, ofrecía al pacífico viajero más contratiempos que protección, algo que también se menciona en El Buscón.

Robos en los alrededores del Puente de Viveros

De su mala fama nos da testimonio D. Pablo de Liceredo, cuando marcha con su amo a estudiar a Alcalá de Henares:

«Las turbulencias políticas de fines del siglo XVII y comienzos del XVIII, hubieron de favorecer este estado de cosas hasta que en 1734, el Gobernador del Consejo, Cardenal Molina, expide una carta-orden por la que manda recluir en prisión a varios gitanos que estaban merodeando por estos lugares, viviendo aparentemente del cambio de caballerías, con cuyo oficio trataban de ocultar su mala vida.

La Santa Hermandad Vieja de Ciudad Real, veladora de la paz de los caminos y despoblados, tuvo que tomar cartas en el asunto y en diferentes ocasiones sus ministros hubieron de amonestar a los alcaldes ordinarios de Torrejón de la Rivera o Torrejoncillo, lugar hoy despoblado perteneciente a la villa de Coslada y señorío del marqués de Buenavista, donde al parecer, encontraban refugio los malhechores en las mismas casas de los vecinos.

Amparados en esta impunidad los tales calificados gitanos, perpetraban durante la noche muchos robos, en leñas y árboles de los propios sotos de la villa, como también en pertrechos de los molinos existentes en las márgenes del río.

Añade que los viajeros que se dirigían a la Corte o salían de ella eran frecuentemente atacados y despojados de cuanto llevaban en las cercanías de los pueblos próximos. Se cometieron diversos robos, no sólo en los alrededores de Torrejón de la Rivera, sino también en los de Coslada y otros.

Al parecer, eran perpetrados por varios hombres que salían al paso de los caminantes desde el malfamado Puente de Viveros corriendo por el Arroyo del Abroñigal.»

Puente de Viveros. Imagen de Memoria de Madrid (biblioteca digital)

Mención en la historia de El Buscón

Señala Madoz en su diccionario en este lugar, la existencia de un grupo de casas pertenecientes a la villa de Coslada que se llamaban Poblado del Puente de Viveros.

También con relación al bandolerismo, decía Quevedo en la historia de El Buscón (1603-1626): «Nosotros nos metimos en un coche salimos a la tardecita antes del anochecer una hora, y llegamos a la media noche a la siempre maldita Venta de Viveros. El ventero era morisco y ladrón (que en mi vida vi perro y gato juntos con la paz que aquel día), perros llamaban a los moros y gatos a los ladrones.»

Con oportunidad de las narraciones sobre estos maleantes en el término de Coslada (Viveros-Torrejoncillo) dice en acotaciones lo que don Juan Ruíz de Alarcón escribe en su comedia Las paredes oyen, recordando sin duda el pasaje de Quevedo:

"Venta de Viveros, dichoso sitio,
si el ventero es cristiano es moro el vino."
Comparativa aérea (1777-2014) del Puente de Viveros. Imagen de Memoria de Madrid, Biblioteca Digital

Más sobre la historia de Coslada

Bibliografía

  • Coslada, su vida e historia – Emilio Martín Encinas

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