Entre ocho y diez personas encapuchadas rompieron el sábado 27 de marzo los cristales de una de las puertas de la Asociación Fleming.
Un grupo de neonazis encapuchados ha vuelto a sembrar el miedo en un ataque con palos a la Asociación de Vecinos Fleming, de Coslada. Es la última acción violenta de una serie de agresiones que ha sufrido la entidad a manos de grupos fascistas sin que ninguno de los casos haya tenido resolución.
Los hechos ocurrieron en la noche del sábado 27 de marzo, cuando quedaba solo una persona dentro de la Asociación, haciendo unos trabajos administrativos previos a retirarse en cumplimiento del toque de queda. Fue entonces cuando una vecina que pasaba por allí advirtió la presencia del grupo y llamó a la policía.
“Estuvimos haciendo unos arreglos y yo acababa de salir. Se quedó un compañero nuestro, de la Secretaría de la Asociación, y dice que escuchó unos ruidos y pensó que era yo que me habría olvidado algo y volvía, pero según testimonio de una chica que estaba paseando su perro y que fue quien llamó a la policía, eran entre ocho y diez encapuchados con palos, apaleando la puerta y rompiendo los cristales y los carteles exteriores”, explica José Gómez, presidente de la asociación.
La asociación vecinal es, junto a la Clara Campoamor que funciona en el local conjunto, un punto de encuentro, de ocio, de movilización y organización social. Ambas entidades han sufrido reiterados ataques por parte de los grupos de extrema derecha que operan en la localidad.
Vivir con miedo
Hasta ahora, las agresiones se habían limitado a la parte exterior. Rotura de carteles informativos, pegatinas con simbología nazi, pintadas de esvásticas y mensajes amenazantes. “La rutina es llamar al seguro, poner la denuncia y ya, porque sabes que nunca pasa nada”, lamenta Gómez.
En esta oportunidad sienten que han ido “un poco más allá. Si entraban, hubiera sido un problema importante. La verdad que nos hace vivir con miedo. No podemos tener abiertas las puertas de la asociación para los vecinos. Cuando empieza a hacerse de noche ponemos llave. Estamos con miedo porque han ido un poco más lejos”, reconoce el presidente.
En la noche del sábado fue la misma vecina que vio a los encapuchados la que llamó a la policía. Pero según denuncian en la entidad, hubo que hacer nuevas llamadas ante la falta de respuesta policial. “Pasaron 30 minutos hasta que los agentes se desplazaron al lugar a pesar de tener constancia de los hechos desde el primer momento”, señalan desde la Asociación.